Desde que ocurrió lo que ocurrió, he de reconocer que me he separado de Dios.
No es que un servidor fuera un ejemplar practicante, aunque siempre he sido y soy creyente y sobre todo coincidente con los valores que imparte la iglesia: la verdad, la honradez, el respeto, el amor, la solidaridad… valores que tengo la terrible impresión que cada día se distancian más de la sociedad actual donde se está poniendo de moda el “ateísmo” de no creer en nada, pero luego volveré a esto…
A mis hijas las he intentado inculcar los valores que están en los 10 mandamientos y en cada una de las homilías que en cualquier iglesia del mundo se explican con detalle por los párrocos, las bauticé y mi hija mayor hizo la comunión no hace mucho, a mi pequeña Carmen no la dio tiempo pero si el cáncer no se la lleva tan temprano, sin duda hubiera asistido a la catequesis y a su encuentro con Dios. Íbamos a misa todos los domingos y participábamos activamente en todo lo organizado por el maravilloso grupo de catequistas que tiene Morata de Tajuña.
Una vida normal, trabajar, amigos, familia, quebrada el 5 de noviembre de 2013. Una llamada del colegio acabó con esta vida normal para dar paso a otra, que se parece más al infierno que el cielo eterno… la profesora de Carmen había alertado que la niña escribía raro y rápidamente nos fuimos al hospital pasando las peores 24 horas de mi vida donde nos diagnosticaron algo que ya no quiero ni recordar cómo se llama pero que se resume en Tumor Cerebral = Cáncer. No quiero que este post derive a la enfermedad de Carmen y a su posterior fallecimiento, quiero por lo tanto volver al título del artículo y como me he alejado de Dios o Él de mí.
Esto no se lo he contado a nadie, pero ahora lo escribo para que quien quiera leer este artículo lo conozca: desde el 5 de noviembre de 2013 hasta el 21 de Enero de 2015, día en el que Carmen subió al cielo, todas las noches, digo otra vez: TODAS, cuando el mundo se dormía yo rezaba.
Rezaba como probablemente nunca había rezado en una iglesia, rezaba arrepentido de sólo pedir a Dios cuando se le necesitaba como era mi caso ahora, rezaba a Jesús, a la Virgen María e incluso al Niño Jesús en una oración corta que me enseñaron mis padres cuando era pequeñito y que hasta la enfermedad de Carmen había olvidado completamente:
Jesusito de mi vida,
eres niño como yo,
por eso te quiero tanto,
y te doy mi corazón,
Tómalo, tuyo es, mío no.
Repetía esta y otras oraciones varias veces cada noche, daba igual como me acostara, a qué hora, en el hospital o en casa, siempre, todas y cada una de las noches de ese año y “pico”, todas las noches, recé a Dios con toda mi alma pidiendo que curara a mi pequeña de esta terrible enfermedad, que me llevara a mí…
Le explicaba con mi mente, que ella no lo merecía y me recordaba a mí mismo, para explicarle a Dios, todas las cosas malas que yo podía haber hecho por las que merecía muchísimo más que mi pequeña, abandonar este mundo.
Recordaba también la gente que me había deseado el mal. Recuerdo una persona de Morata, que cuando hacía un programa de radio (ni siquiera había entrado en política activa), me escribió un mensaje privado por Facebook por aquello de la instalación de una central térmica, que decía: “A cada cerdo le llega su San Martín”….. No sé si ese personaje se refería a este “San Martín” pero yo no le deseo a él ni a sus hijos lo que yo estoy pasando con Carmen….
Todas esas noches rezando, rogando y pidiendo a Dios, que no ocurriera lo que finalmente sucedió ha hecho que Él y yo nos distanciemos… Ya no voy a misa ningún domingo, ya no le digo a mi hija Lucia que acuda ella y aunque no me niego a entrar en la iglesia donde he ido para algún entierro y funeral, creo que ahora necesito distanciarme a pesar de seguir creyendo, a pesar de no encontrar ninguna explicación a un hecho que probablemente nunca pueda entender.
Y llega la Semana Santa, y a pesar de que tengo y siento un deber como concejal de Morata de Tajuña de asistir a todas las procesiones, actos religiosos, actos culturales y a la inigualable Pasión Viviente de mí pueblo, no puedo….. Nunca había faltado, lo intenté el año pasado y fui, pero es difícil de aguantar, como me decía un amigo ayer (Alberto Santander), “hasta los gigantes tienen sus debilidades”. Me duele, porque creo que tengo una obligación para con mis vecinos de Morata como representante suyo de asistir, para mis amigos de las distintas Hermandades a las que incluso pertenezco, pero no he conseguido sacar fuerzas para poder acompañarles en estos días.
Y en breve llegará San Isidro el 15 de Mayo, Patrón de Morata de Tajuña y el día que nació mi pequeña Carmen. Otro día que siempre he vivido con pasión en su misa, procesión, romería y que no tengo todavía fuerzas para pasar página. El día que nació Carmen, incluso su hermana Lucia se quedó en la romería de San Isidro con todos mis amigos y hermanos. Algún día podré volver a este y a otros actos en los que se hace muy difícil estar porque el recuerdo pesa más que realidad.
Con este pequeño texto y explicaciones, probablemente innecesarias para toda la gente que me conoce bien, quiero pedir disculpas a todos mis vecinos por no acompañarles en estos días tan importantes y otros, a todas las hermandades y a todos los que hacen la Pasión Viviente de Morata de Tajuña con su director Fernando a la cabeza.
Espero que pueda reencontrarme con Dios, acercarme a él nuevamente y que me de fuerzas en un futuro para hacer cosas que antes hacía y he dejado de hacer.
Con lágrimas hoy sobre el teclado del ordenador, un abrazo.
Querido JA:
Vaya por delante que yo dejé asistir de forma voluntaria a misa a los 18 años y me considero agnóstico.
El Dios cercano al que haces referencia te comprende, pero te pone a prueba.
No tienes porqué justificar tu posición actual para con la Iglesia. Tus vecinos de Morata, creyentes o no, saben cómo trabajas, de qué forma actúas…
Tus amigos están (estamos) ahí, y conocemos tus ‘debilidades’.
No te preocupes demasiado: cuida de tu gente.
José Antonio, pido a Dios que nunca tenga que pasar por lo que estáis pasando. Yo como tú, muchas veces he orado pidiendo a Dios que antes de que a ellos les pase algo, me lo mande a mí, mil veces multiplicado si hace falta. Por ellos daría la vida cada día sin dudarlo un segundo siquiera, porque no puedo concebir el mundo sin ellos.
También como tú, hay veces que me “alejo” de Dios. No sé. Son épocas en las que me planteo cosas que mi corto entendimiento no me da para comprender por qué pasan, pero al final, tan inevitable como que después de la noche viene el día, vuelvo a rezar y a buscar su consuelo.
Esa es la palabra: inevitable. Uno no puede alejarse de lo que lleva dentro.
Leí hace mucho un libro en el que la autora hacía una reflexión que venía a decir, más o menos que, de la misma manera que una gota de agua del mar no es el mar, sí que en ella está todo de lo que el mar es en sí. No sé si lo he explicado bien. Si lo lees un par de veces despacio creo que se entiende. El caso es que veo desde entonces a Dios como el mar y a mí como una gota. Evidentemente no soy Dios, pero la esencia de Él está en mí, y por eso creo que es inevitable volver a buscar su consuelo.
Creemos que nos alejamos de Él por no ir a misa, a una procesión, por no confesarnos con un sacerdote, por no comulgar, por no hablarle y rezar. Intentamos, como los tontos, huir de nuestra propia sombra, pero por mucho que nos encerremos en lo oscuro, más pronto que tarde salimos a la luz, y ahí está. “Peor aún”: incluso estando en la oscuridad no nos deja tranquilos y se manifiesta en forma de remordimiento, como a ti te ha pasado estos días (… y a mí también).
No escribo esto para decirte que no te sientas culpable por no haber estado en actos públicos (¡a la porra con eso!). Lo hago porque en el fondo, como todos, soy egoísta. Tu escrito me ha puesto un nudo por dentro y me tenía que desahogar.
En fin, perdóname y si puedes, dale una vuelta a lo de la gota de agua.
Un abrazo.
Hola José Antonio, confieso que he tenido que dejar pasar varios minutos para poder terminar de leer tu artículo “Una Semana Santa alejado de un cercano Dios” Permite un pequeño consejo aunque no sabes quien soy, pero sí he pasado por una desgracia en el año 1960 . Un accidente de tráfico me privó de la noche a la mañana de mi madre (32 años) mi única hermanita (24 meses) y de mi abuela paterna (55 años) resultando mi padre muy grave, pero él pudo salvar su vida y luchó, luchó mucho por mi. Por entonces yo contaba con tan sólo 8 años y pese a mi corta de edad, tuve que luchar contra ese sentimiento que hoy te embarga. Ahí me di cuenta, que tenía dos caminos a seguir, derrumbarme y caer en la profundidad, o seguir a Dios y éste último es el que decidí… me di cuenta de que es el único que te puede ayudar, porque lo demás no se siente, no se oye, no existe, y Dios siempre está, y te escucha… aunque en esos momentos no lo creas, te darás cuenta en el día a día que no te has equivocado al elegir ese camino. Te animo a que retomes tu acercamiento con Dios, confíes en Él para que a su vez puedas ayudar a los tuyos, a los que te rodean y te quieren porque te necesitan.
Un abrazo
José Antonio, lo único q puedo decirte es q jamás te has alejado de Dios, porque el vive dentro de ti y de todos, aunque no se sea creyente, y nosotros dentro de Él porque estamos hechos de la misma materia y a imagen y semejanza suya. Y el jamás se aparta de nosotros. En estos tiempos q te ha tocado vivir se ha instalado una nube negra q no te deja verlo ni oírlo pero q poco a poco se irá disipando y volverás a verle en su plenitud. Aunque siempre le puedes ver en las cosas , personas y recuerdos q te llenan el corazón de amor y alegría.
Te deseo todo lo mejor del mundo y q pronto esa distancia desaparezca.
Querido José Antonio, Soy Antonio Vaquerizas, me conoces, te conozco…. yo soy creyente. Voy a misa los Domingos, hago mi rato de oración, pobre y humilde, como ese Dios que está en tu corazón, tardo 10 minutos en ir desde mi casa al colegio para ir a dar un beso a mi hija. Leyendo tu blog, he dado con él por casualidad, te voy a confesar algo. A mí me pasó lo mismo la tarde del 6 de abril del 2003, fecha en la que mi Padre se fue al cielo. Tuve una crisis de fe muy grande. Me alejé mucho de Él. Le reprochaba a Dios el hecho de que me hubiera arrancado a mi padre, se lo llevó de una cornada el cáncer, en una semana. Al irse mi padre, ya nada fue de la misma manera….hoy también podría reprocharle el por qué de mi divorcio….pero no, después de un tiempo, de estar enfadado y cabreado mucho con Dios, decidí abrirle mi corazón de nuevo, para que como nos dijiste el doce de mayo del 2019 éramos unos VALIENTES, éramos LEALES y estábamos COMPROMETIDOS. Un abrazo muy grande. Tenemos pendiente un café. http://elpuli1973.blogspot.com/2019/05/lealtad-valentia-compromiso.html