El mundo vuelve loco

A falta de unas horas para que empiece el debate de investidura en el Parlament de Cataluña, continuando con la hoja de ruta premeditada desde hace años por independentistas y radicales, unidos por un objetivo común: Romper España, quiero escribir un post de algo distinto, porque de esta actualidad ya hablan todos los medios y telediarios, y no me gusta imaginar el futuro de mis amigos catalanes y españoles, porque me cabreo, así que vamos con una historia muy distinta.

Imagina amigo lector los siguientes hechos:

Te encuentras en la noche de fin de año, 31 de diciembre de 2015, acompañado de la familia o amigos, celebrando la entrada al 2016 con las uvas y todo este tradicional envoltorio con el que todos los años pasamos de un día a otro en años distintos.

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Ponemos la televisión y empieza el discurso de S.M. Felipe VI pidiendo cordura y unión entre partidos para buscar un futuro de progreso. Después empiezas a cenar con las personas que te quieren o te acompañan y salen los temas de conversación más habituales: la política, el fútbol, la prensa rosa o la herencia…

Termina la cena, preparamos las uvas, un poco de turrón, mazapán y champan, llenamos las copas, sale Ramón García con su capa o Cristina Pedroche con su #condónvestido, cae la bola dorada que previamente Cristina Cifuentes revisó en la Puerta del Sol, suenan las campanadas, tomamos las uvas, brindamos y por un año más…… o uno menos, según se mire. 😉

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Una vez hechos los brindis, cuando los más mayores proponen el entretenimiento que hacer para seguir con la velada, cartas, bingos u otros juegos de mesa, los que todavía estamos en edad de merecer (que diría #HerreraCarlos) nos disponemos a ponernos nuestras mejores galas para salir a dar la bienvenida al 2016 en cualquiera de las #discoscarpaspub de nuestra ciudad, donde habremos quedado previamente con amigos y amigas que tras haber vivido una tarde/noche similar, salen a comerse (o beberse) el mundo.

Así conozco yo la nochevieja, y entiendo que así o de modo similar la vivirán muchas más personas (a lo mejor lo mío es raro…), incluso en el resto de Europa.

Y así debió suceder para una chica de 22 años que se llama Stefanie.

Stefanie vive en Bielefeld, una ciudad que vive aún a modo de pueblo a pesar de que supera los 300.000 habitantes, y que se encuentran al noroeste de la Alemania que dirige Merkel, entre Hannover y Dortmund, y relativamente cerca de la frontera con Holanda.

Stefanie cenó con su familia, como hiciste tu y muchos españoles, el día de fin de año. Ella no tomó las uvas, a pesar de tener familia española que le ha contado esta tradición ibérica. En su casa, hicieron costillas para cenar y todos en la mesa dejaron parte de su costillar en el plato, para acabarlo después de las doce como es tradicional en el país germano. Brindaron con champán y luego salió toda la familia a la puerta de su casa a tirar cohetes y petardos.

Después de cenar, Stefanie que ya estaba con un bonito vestido color rojo, se terminó de maquillar frente al espejo del baño, vació el poco perfume que le quedaba de su aroma favorito que guardaba para una ocasión especial, y tras despedirse de la familia, puso rumbo a casa de Doreen, para ir juntas a ese pub donde había quedado con el resto de amigas.

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Doreen era su íntima amiga. Esa con la que comía pipas en el banco tarde tras tarde contándose una a la otra lo que pensaban y sentían. Doreen era especial porque nunca la había fallado y cuando a Stefani le pasó lo de Thomas, fue de las pocas que estuvo a su lado y no la bloqueó de sus redes sociales.

Stefanie llegó puntual a casa de Doreen, habían quedado a las 0:40 para llegar antes de la una al pub donde habían quedado con todos.

A Stefanie le gustaba ser puntual, cualidad y costumbre alemana que por la península ibérica se dan más bien poco. Desde casa de Doreen al pub tenían un paseo considerable, pero iban bien de hora…

La gente estaba por las calles, a pesar del frío y duro invierno de Bielefeld, unos tiraban fuegos artificiales, otros iban de un lado a otro, parecía un movimiento de gente diurno para ir a trabajar.

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El pub estaba en una zona ajardinada entre las calles Waldhof y kindermannstraBe, en un parque bastante grande que permitía pasear por un sendero de asfalto rojo como los carriles bicis de aquí en España. Al entrar en el parque, Stefanie tuvo una sensación rara, como si tuviera un sentido arácnico tipo Spiderman, pero al que no prestó más atención que el escalofrío que le recorrió la piel de todo el cuerpo.

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Cuando ya veían la puerta del pub, a unos 100 metros, donde había mucha gente fuera, imagino que fumando, pasaron junto a un banco del parque donde había 6 hombres con rasgos árabes o norteafricanos. Stefanie, al igual que Doreen, se habían criado y educado en la Alemanía de los 90, la que se luchaba en contra de una fama y un pasado racista y ultraderechista, donde creían en los nuevos valores que el mundo globalizado debe imponer, la solidaridad, la igualdad, la libertad… Los 6 hombres, pensó Stefanie, serán refugiados que han llegado a Alemania porque en su tierra era imposible sobrevivir. Sus ropas así lo indicaban.

Las dos chicas, al pasar junto a ellos les saludaron con un “Frohes neues Jahr” (feliz año nuevo). Uno de ellos, se levantó torpemente, como si algo de alcohol estuviera haciendo efecto en sus piernas y se les acercó pidiéndoles un beso en un inglés un tanto raro: “Kiss me please, for a new good year”, Doreen accedió, y Stefani no tardó en acceder también al ver que su amiga, más extrovertida que ella, daba dos besos a aquel chico. El resto también se levantó y comenzaron a besarlas hasta que uno, llevó su mano al pecho izquierdo de Doreen.  Ella al principio reaccionó tomándoselo a broma, pero aquello no había hecho nada más que empezar. Cuando se empezaron a resistir, a la fuerza las llevaron a unos 20 metros del caminito de asfalto rojo, y empezaron a abusar de ellas, tocándolas, desnudándolas, besándolas y descomponiendo, no sólo sus bonitos vestidos de fiesta, si no su integridad como personas.

En la puerta del pub de Bielefeld donde nunca llegaron a disfrutar la noche de fin de año Stefanie y Doreen, varios chicos se habían percatado de lo que sucedía al oír los gritos de las chicas, se acercaron para impedir lo que allí estaba pasando, pero la violencia sólo aumentó y estos seis hombres, impusieron con su corpulencia también con ellos, dándoles una paliza considerable.

El jaleo aumentó, la policía por fin llegó. Y todo acabó.

Hoy, el padre de Stefanie y algunos vecinos más, han montado patrullas ciudadanas ante el temor que sus hijas o mujeres vuelvan a sufrir abusos por parte de los miles de inmigrantes que la ciudad con solidaridad acogió hace unos meses.

A la vez que Stefanie y Doreen estaban sufriendo estos terribles hechos que marcarán toda su vida, cientos de hombres, dicen que la mayoría extranjeros, estaban aterrorizando a cientos de mujeres en distintas ciudades alemanas, Colonía, Berlín, Hamburgo, con el uso de inaudita violencia, osadía y procacidad.

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Lo que has leído hasta ahora, amig@ lector, aunque es una historia inventada en parte por lo que sujetan mis hombros, ha podido ser una historia tan real como cruel, y aunque no conozco a Stefanie ni a Doreen, lo cierto es que 300 mujeres alemanas, algunas incluso menores de edad, fueron agredidas sexualmente, algunas violadas, en distintas ciudades de Alemania, y aunque ahora estemos más pendiente en España de Artur Mas, de Mariano Rajoy, de Podemos o del nuevo Madrid de Zidane, lo que ha ocurrido va a ser un antes y un después en muchas cosas en Europa.

Alemania vivió el 31 de diciembre de 2015 una masiva agresión sexual contra cientos de mujeres alemanas por parte de cerca de mil inmigrantes, y los medios de comunicación, las fuerzas de seguridad y los políticos, por una corrección política inadecuada, todavía no han sabido ni explicar, como no se consiguió proteger a esas mujeres, como pudo pasar que sucediera a la vez en varias ciudades y pueblos de Alemania, y como va a reaccionar ahora una población ante la llegada de centenares de miles de extranjeros.

2016 ha traído, con estos trágicos hecho de este principio de año, unas consecuencias difíciles de anticipar en la política de inmigración, asilo y seguridad, no sólo en Alemania, si no probablemente en toda Europa.

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Picture taken on January 1, 2016 shows police arresting a man as people gather in front of the main railway station in Cologne, western Germany. Police in Cologne told AFP they have received more than 100 complaints by women reporting assaults ranging from groping to at least one reported rape, allegedly committed in a large crowd of revellers during year-end festivities outside the city’s main train station and its famed Gothic cathedral. / AFP / dpa / Markus Boehm / Germany OUT

No quiero ni pensar, que fuera mi hija Lucia la que se llamase Stefanie o Doreen.

Definitivamente el mundo se vuelve loco. Pongamos cordura al mundo. Pongamos cordura.

Un comentario en “El mundo vuelve loco

  1. Esto ha sido, es y será el pan nuestro de cada día,si están mal en medio mundo, la solución no es dejarles entrar aquí, es arreglar sus países como sea, La ONU ordena recoger la basura que viene de todas partes, porque no vale para nada, su obligación es ayudar allí y no traer aquí y quitando alguna excepción de Hungría y ESLOVAQUIA y no se exactamente que país más, ningún país a tenido narices de decir a la ONU, oiga, aquí tengo millones de ciudadanos de mi país, que tengo que cuidar y proteger, aquí hay parados y personas que lo están pasando mal, aunque me de pena, no puedo ayudar a nadie ni permitir que entren aquí, menos aún ilegales que es como vienen, luego son tan indeseables, que viendo que todo es mentira les dejan entrar, casi todos los que han entrado y entran son hombres solos, con unas caras que asustan al miedo, dispuestos a lo que sea y solo pretenden invadir toda Europa y vivir de ayudas que deberían ser para nosotros, además de que son todos musulmanes, esto es el principio del fin, que Dios nos pille confesados.

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